«Dizque cualquier pueblo que se precie tiene tres cosas en las que no cede a ningún otro la primacía en excelencia: la fuente, el tonto del pueblo y el cura que se marchó… Digamos que Tarilonte no está interesado en competir en ese torneo, por más que su pétrea fuente-pilón no desentonaría en modo alguno.
La forma actual de vida de los vecinos ya no es la tradicional: agricultura, ganadería y trabajo en las minas del entorno. Lo marca hasta el léxico caído en desuso, desconocido ya para las nuevas generaciones. Neveras, frigoríficos y arcones han relegado al olvido el ingenioso sistema de la «cutrala»: tres o cuatro familias se ponían de acuerdo para matar por turno una oveja con la periodicidad acordada -una semana, dos semanas-, que se repartía rotando la parte asignada a cada familia. Igual ha ocurrido con la palabra «andadilla», el vecino al que la junta vecinal encomendaba la tarea de ir de casa en casa anunciando lo que el alcalde le encargaba.
Nuevos tiempos, nuevo léxico….»
Jose Luis Tejerina, profesor de Literatura.